viernes, 28 de noviembre de 2008

Presentacion de powerpoint

OP
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Presentacion de powerpoint

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martes, 25 de noviembre de 2008

TOTALITARISMO


I. Definición

Totalitarismo en sentido amplio (lenguaje corriente): toda organización estatal cuyo régimen no es del tipo democrático-liberal, o sea, donde el gobierno no se elige siguiendo los requisitos básicos que caracterizan a dicho tipo y no se admite el ejercicio de ciertas libertades públicas fundamentales.

Totalitarismo en sentido estricto (lenguaje técnico): el tipo de organización jurídico-político-social donde la esfera de intervención estatal es de extensión desmesuradamente amplia (si se la compara con las demás clases de organización estatal) y donde, correspondientemente, las libertades individuales se entiende que han sido restringidas al máximo.

Relación entre ambos sentidos: el totalitarismo en sentido estricto es una especie entre las varias que caben dentro del gran género constituido por el totalitarismo en sentido amplio.

Como para toda palabra, el sentido del término “totalitarismo” es convencional. En cada caso, ese sentido depende de alguno de los variados usos, a menudo oscilantes, que en la comunicación lingüística le brinden sus ocasionales locutores. Estos usos responden, primordialmente, a dos grandes tipos de sentidos.

Por un lado, en formulaciones del lenguaje corriente: artículos periodísticos, conceptualizaciones políticas poco cuidadosas, etc., se acostumbra aplicar dicho término a toda clase de regímenes que no son de tipo democrático-liberal (sin perjuicio de que aquellos suelen ser calificados también con otras palabras: dictadura, autoritarismo, etc.).

Por otro lado, en discursos de las ciencias sociales –teoría política, sociología, etc.– y de la filosofía social, como así también en la doctrina del derecho constitucional, hallamos (aunque no siempre) unas diferenciaciones terminológicas más finas. Entonces el calificativo “totalitarismo” suele reservarse para un (solo) tipo, específico, entre los distintos modelos de organizaciones estatales que no responden a las características más generales de los Estados democrático-liberales. Sobre tal sentido de esa palabra, el estricto, nos concentraremos aquí. Se tratará de discernir los principales rasgos propios del tipo-totalitarismo, abstrayéndolos a partir de variadas definiciones doctrinarias, presentadas por distintos autores que han considerado fundamental examinar tal asunto1.

Prácticamente todos los estudios que se sirven de esa categoría coinciden en subrayar ciertas características que consideran indispensables para que haya “totalitarismo”. Tales notas conceptuales conforman, por tanto, lo que bien puede llamarse la base de dicho concepto. En cambio, hay menos acuerdo sobre otras características, ya sea porque unos incluyen algunas que otros simplemente no mencionan, o porque unos señalan como indispensables ciertos rasgos que otros estiman ser más bien contingentes; este grupo complementario de rasgos definitorios, sobre los cuales existen mayores o menores discrepancias, corresponden, en general, a lo que puede llamarse unos medios que típicamente el Estado totalitario pondría en práctica como tal.

Los rasgos reconocidos como básicos de todo régimen de ese tipo son, por lo menos, señalar de que allí:

- el Estado tiende regimentar la totalidad de las relaciones sociales;

- en consecuencia, ese Estado tiende a controlar en la mayor medida posible todos los aspectos de la vida individual;

- el Estado ostenta rango preeminente, tanto en el plano axiológico como asimismo en cuanto a la efectiva organización de la vida en sociedad, sobre todo cuanto concierne a la existencia de cada individuo en particular.

Importa aclarar que las dos primeras características no pueden ser sino tendenciales, aunque lo sean muy fuertemente. Es obvio que ningún Estado está en condiciones de poder interferir en absolutamente todos los detalles de la vida de sus ciudadanos. Pero se entiende que al Estado totalitario le importa regimentar muchísimos más de esos aspectos –y más a fondo– que lo habitual en cualquier otro régimen.

Al servicio de esta estructura totalitaria básica, se ha hecho notar que ese Estado maneja una serie de medios típicos. Pueden clasificarse en dos rubros: a) medios negativos, aquello que a los individuos se les prohíbe específicamente; b) medios positivos, lo que el régimen hace específicamente para imponerse como tal.

a) Los medios negativos consisten en grados extremos de falta de libertad en los siguientes rubros principales:

- libertades de conciencia (de expresión, de información, de educación);

- libertades políticas (de asociación, y en general de participación independiente –individual y grupal– en la formación de la voluntad estatal);

- libertades económicas (de propiedad individual, de producción, de comercio).

b) Los principales medios positivos son:

- partido único, a cuyo frente hay un jefe con poderes prácticamente ilimitados (o, en todo caso, formidablemente amplios) y él mismo constituye también la máxima autoridad (el superior vértice jerárquico) de la maquinaria estatal;

- economía centralizada;

- una ideología oficial, con alcance de cosmovisión social global y globalizante (Weltanschauung), impuesta de manera incondicional y coercitiva, para la totalidad de la población, en el territorio sometido a la soberanía estatal;

- organización policial aterrorizante, con el objeto de asegurar la efectividad de todos los restantes medios (tanto los negativos como los positivos)2.

La distinción efectuada entre base y medios del totalitarismo3 permite aplicar este término de manera aproximadamente unívoca en el lenguaje técnico. Es cierto que algunos autores sí y otros no, dirán que el fenómeno “totalitarismo” implica también, en forma indispensable, tales o cuales de los medios señalados, y que estos componen una unidad inescindible con la base. Sin embargo, más allá de estas discrepancias sobre el alcance de los medios, probablemente no se objetará que todo aquello que se dilucide a propósito de la base tiene importancia primordial para el sentido genérico de ese tipo de organización, e inclusive para el empleo de cada uno de los medios. De ahí que, más allá de diferencias entre los autores, cabe pensar que se está de acuerdo en reconocer que:

Totalitarismo es el tipo de organización jurídico-político-social caracterizada básicamente porque el Estado extiende al máximo sus esferas de intervención, tendiendo a regimentar la generalidad de las conductas humanas; de tal manera, correlativamente, resultan restringidas al máximo las esferas de libertad individual, tanto en el plano de la legitimidad jurídica (e inclusive en lo ético, etc.) como así también –o aún más– en la práctica.
Qu apelan a la disonancia:
Discrepancia
Podemos actuar con discrepancia entre estas maneras:
*Cambiamos nuestra opinion y le damos la razon a la otra persona.
*Impulsamos a que sea el otro quien se retracte.
*Buscamos apoyo de terceros para demostrar que no somos los unicos que pensamos de ese modo.
*Intentamos desautorizar a nuestro interlocutor.

El fumar es perjudicial para la salud..

lunes, 10 de noviembre de 2008

Opinion Publica

En la antigüedad la opinión publica se remitía simplemente al dialogo que establecían los notables, es decir, sólo aquellos que no dependían económicamente de otros para su supervivencia. Las mujeres, los esclavos y los niños no poseían la capacidad de contemplar, opinar y dialogar sobre las cuestiones de la polis, ya que sólo eran aptos para trabajos manuales. Consecuentemente imperaba la marginalidad en el espacio publico y no existía el diálogo sobre asuntos públicos
Durante el siglo XVIII español, el concepto opinión pública equivalía a “opinión de la multitud”, normalmente expresada a través de una reunión masiva. A finales de este siglo, sin embargo, empieza a adquirir connotaciones cualitativas y adquiere las notas propias que le otorgaría el liberalismo, como instrumento de guía y control del gobernante. El liberalismo progresista posterior añadió la idea de que sólo los ciudadanos idea de que sólo los ciudadanos activos, aquellos que participaban en política, expresaban la verdadera opinión pública, que se transmitía a través del ejercicio de libertades naturales y que sólo limitaba al Ejecutivo a través de la responsabilidad moral. Debemos recordar que en aquellos tiempos sólo se consideraban ciudadanos (con derecho a participar en asuntos políticos) las minorías gobernantes o dominantes de las naciones occidentales o colonias. El liberalismo moderado, sin embargo, modificó el concepto de opinión pública relacionándola a los "ciudadanos instruidos", distinguiendo entre opinión legal (expresada por el Parlamento) y natural (derivada de los ciudadanos). Una opinión que sólo podía manifestarse a través de medios jurídicos reglados: la libertad de prensa, el derecho de petición y el sufragio. Esto, por un lado, la restringió: el numero de ciudadanos instruidos era muy bajo; y por el otro la extendió: para ser instruido no era requisito ser noble o miembro de las clases gobernantes.
La opinión pública ha sido el concepto dominante en lo que ahora parece referirse a la comunicación política. Y es que después de muchos intentos y de una más o menos larga serie de estudios, la experiencia parece indicar que opinión pública implica muchas cosas a la vez; pero, al mismo tiempo, ninguna de ellas domina o explica el conjunto. Además, con el predominio de los medios de comunicación modernos, en una sociedad masificada el territorio de la opinión parece retomar un nuevo enfoque.
También es necesario considerar que la opinión pública tiene una amplia tradición como campo de estudio. Y aun cuando se relaciona estrechamente con la comunicación política, se diferencia de ésta. Es decir, la opinión pública constituye sólo un sector dentro del amplio espectro de la comunicación política.
ACCIONAR DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN En el centro de la dinámica de los medios de comunicación masiva, está el potencial de lucha entre los actores políticos y periodistas por el control de la agenda y por la posibilidad de adaptar o interpretar los acontecimientos y asuntos importantes de actualidad. Este proceso deriva en: instituciones informativas más poderosas profesionalización de la comunicación política y gubernamental. Un estudio de 1992 sobre elecciones generales británicas concluye que los periodistas de la BBC se convirtieron en virtuales "co-productores" de la campaña. En Estados Unidos los medios han intentado descubrir los esfuerzos de manipulación de la información por parte de los políticos, con el fin de hacerla menos efectiva. Se produce un estilo "desdeñoso" de la información política. Por otra parte, los periodistas han asumido un papel más agresivo y han hecho valer su independencia controlando la veracidad de las declaraciones de los actores. Resultado en Estados Unidos de la democracia centrada en los medios: lucha en continua escalada en la que cada parte busca incesantemente formas nuevas de dominar a la otra. En síntesis, esta dinámica puede adoptar una forma explícitamente adversa cuando los periodistas intentan exponer las falsedades y estrategias manipulativas por parte de los actores políticos, o puede producir esfuerzos por parte de los periodistas de trasladar la atención de las actividades de los políticos hacia una agenda alternativa generada por los periodistas. Efectos sobre la construcción de la realidad bajo la forma conceptual de Agenda Setting Agenda: Fuentes institucionales marcan significativamente la agenda de los temas en los medios de comunicación. Los medios están muy lejos de definir criterios sólidos de pauta propia. La acentuación de temas de conflicto en los medios proporciona a las personas una suerte de "orden del día", para la formación de opiniones propias. La percepción de las personas puede ser influida por los MCM con particular facilidad. Investigaciones concluyen: electores forman opinión sobre candidatos basándose en factores de imagen y no en sus propios puntos de vista. Imágenes determinan de una forma más poderosa la decisión electoral que la competencia sobre los acontecimientos que se le adjudicaba al candidato. Imágenes se ven fuertemente influidas mediante la tematización y los cambios de tendencia de las crónicas informativas. Noelle-Neumann plantea en los 70 su Teoría de la Espiral del Silencio. Supuesto: personas no desean verse aisladas en público con sus opiniones. Cuando se enfrentan a temas conflictivos y cargados de valor, asimilan la división de opiniones del entorno, expresando las propias ideas de una forma tal que procure evitarlas el aislamiento social. Los individuos que creen hallarse entre la opinión mayoritaria están dispuestos a hablar, mientras los que se creen en la minoritaria callan generalmente. Hablar o callar influye en la percepción del entorno de otros individuos, y se originan procesos de espiral. Los medios constituyen, junto con la observación directa del entorno, una fuente para poder percibir cuáles son las opiniones que prevalecen en el momento.
Punto de vista intelectual:
Según Julio César de la Vega la Opinión Pública es una opinión autorizada y calificada, por que se refiere a fenómenos y principios, que tienen una cierta importancia y significación, y ejercen influencia en la vida de la sociedad Podemos destacar dos factores importantes de la Opinión Pública, ejercer influencia y juzgar las decisiones y actos públicos. Estas dos acciones se vieron de una manera explícitas en la situación antes redactada, ya que la Opinión Pública comenzó a juzgar la incapacidad de gobernar, dirigir y liderar de nuestro presidente, debido a la gran crisis económica y social que nuestro país está a atravesando, teniendo como consecuencia la caída de su imagen y la poca credibilidad que logró ante el pueblo, dos factores importantes que le juegan en contra a Fernando De La Rúa. Retractándonos ante esta situación, podemos decir que el fracaso de nuestro presidente ante la opinión pública tuvo su inicio en la campaña electoral del mismo. El candidato se presentó como el salvador de todos los problemas de la población luego del conflictivo gobierno de Carlos Menem, el pueblo, no tenía más opción. La gran cantidad de propuestas establecidas en su campaña política, los discursos y hasta su imagen, potenciaron a un candidato, el cual no sabía si podía ser capaz de solventar tal responsabilidad por si mismo. Durante su primer año de gobierno pudimos observar que su imagen de político brillante y salvador del pueblo había decaído considerablemente, ya que la prensa, principal influyente en la opinión pública, se dedicó a cuestionar sus acciones y explotar todas sus debilidades, lo que llevo al repentino fracaso de nuestro presidente. Este fracaso se vio favorecido, ya que el Dr. Fernando De La Rúa nunca se retractó ante los juicios de la prensa y por lo tanto de la opinión pública. No había un interés por parte de él de ejercer acciones para modificar la situación. La Opinión Pública es el reflejo de una sociedad democrática estable y forma la base de la unidad estatal. Su función de legitimar los actos de gobierno y del orden que este garantiza, la llevaron a generar durante el gobierno de De La Rúa distintas reacciones en nuestra sociedad. La gente, al verse implicada en un gobierno que no respondía ni cumplía sus expectativas, comenzó a reaccionar de distintas formas, la prensa se encargó de opinar acerca de la mala situación del país y de la política económica, los sindicatos respondieron con huelgas y cortes de rutas, los países vecinos con indiferencia, y el riesgo país, el reflejo que día a día mide nuestra inestabilidad ante el mundo. Todo esto se vio aparejado por la crisis de comunicación que afectó al presidente, factor importante a destacar en su gobierno. La prensa hizo mucho hincapié en sus defectos como político y como persona, que tuvo como mayor consecuencia el posicionamiento negativo de su imagen ante la Opinión Pública que se encargó de desprestigiarla. El espacio mediático con el que cuenta el presidente no es aprovechado eficazmente en su gobierno. La estrategia que debería haber seguido, creemos está más que clara, ganarse a la prensa, utilizando los espacios mediáticos con los que cuenta, para así generar una Opinión Pública, que al menos esté a favor de su imagen como político, ya que para la misma el éxito legitima cualquier acto, entonces así podríamos estar conformes aunque sea con su figura política, mucho más allá de su desempeño y el de los políticos que lo rodean. Esto se ve legitimado por la corriente liberalista, ya que la misma le atribuye de ordinario a la opinión pública una capacidad política de obrar, como también afirma que si un gobierno es apoyado por la opinión pública, éste se verá favorecido con el pueblo y engrandecido.